Capítulo I
Había una vez una montaña que se formó hace mucho tiempo. La gente la llamaba ”la vieja montaña”. Un día el alcalde decidió destruirla y hacer un Parque de Atracciones. La gente que vivía en el pueblo se negó, porque la conocían desde que eran pequeños. Una mujer, dijo que conocía a un abogado que los podía ayudar. El alcalde se quedó pensativo unos minutos..., pero seguía pensando que era mejor un Parque de Atracciones que una vieja y fea montaña. Ella dijo que sería fácil ganar con sus abogados, y prepararon el pleito.
Primero tomaron la decisión de realizar unas elecciones. Todo el pueblo podía votar, incluso l@s más pequeñ@s. La mayoría de la gente decidió que dejaran tranquila la montaña y el resto decidió que hicieran el Parque de Atracciones. El alcalde dijo que saliese lo que saliese él igualmente iba a construir el Parque de Atracciones. Una mujer comentó que para que habían votado, pues eso era un timo.
Entonces todo el pueblo se puso contra el alcalde y sus normas, hacían lo que querían, siempre que no se pasasen de la raya.
Había una vez una montaña que se formó hace mucho tiempo. La gente la llamaba ”la vieja montaña”. Un día el alcalde decidió destruirla y hacer un Parque de Atracciones. La gente que vivía en el pueblo se negó, porque la conocían desde que eran pequeños. Una mujer, dijo que conocía a un abogado que los podía ayudar. El alcalde se quedó pensativo unos minutos..., pero seguía pensando que era mejor un Parque de Atracciones que una vieja y fea montaña. Ella dijo que sería fácil ganar con sus abogados, y prepararon el pleito.
Primero tomaron la decisión de realizar unas elecciones. Todo el pueblo podía votar, incluso l@s más pequeñ@s. La mayoría de la gente decidió que dejaran tranquila la montaña y el resto decidió que hicieran el Parque de Atracciones. El alcalde dijo que saliese lo que saliese él igualmente iba a construir el Parque de Atracciones. Una mujer comentó que para que habían votado, pues eso era un timo.
Entonces todo el pueblo se puso contra el alcalde y sus normas, hacían lo que querían, siempre que no se pasasen de la raya.
Capítulo II
Un día un niño que jugaba en ella notó algo que le inquietó. Este niño era el hijo de la mujer que en su día defendió la montaña. La montaña parecía querer contarle algo al niño. Los árboles movían sus hojas, el río salpicaba agua, los pájaros cantaban más fuerte que nunca…el niño corrió muerto de miedo hacia su casa.
Al día siguiente volvió a jugar en la montaña, había olvidado lo que le pasó el día anterior. El niño era feliz jugando a lo que más le gustaba, es decir, buscar animales diferentes. El animal que más le gustaba era el ciervo. De repente, allí estaba él; el ciervo más hermoso que jamás había visto.
Quieto como una estatua, el niño observaba al ciervo; lo había visto, el también le miraba, le quería decir algo…
Samuel, que así se llamaba el niño, se acercó lentamente al ciervo.
Un día un niño que jugaba en ella notó algo que le inquietó. Este niño era el hijo de la mujer que en su día defendió la montaña. La montaña parecía querer contarle algo al niño. Los árboles movían sus hojas, el río salpicaba agua, los pájaros cantaban más fuerte que nunca…el niño corrió muerto de miedo hacia su casa.
Al día siguiente volvió a jugar en la montaña, había olvidado lo que le pasó el día anterior. El niño era feliz jugando a lo que más le gustaba, es decir, buscar animales diferentes. El animal que más le gustaba era el ciervo. De repente, allí estaba él; el ciervo más hermoso que jamás había visto.
Quieto como una estatua, el niño observaba al ciervo; lo había visto, el también le miraba, le quería decir algo…
Samuel, que así se llamaba el niño, se acercó lentamente al ciervo.
Aquella tarde Samuel volvió triste al pueblo, debía de contárselo a su madre, ella sabría que hacer.
La madre de Samuel no podía creer todo lo que escuchaba de su hijo, pero tenia razón que la montaña tenía vida. Entonces la madre dijo que le ayudaría. Y la madre dijo que hablaría con la gente del pueblo que no quería que destruyera la montaña.
La madre de Samuel no podía creer todo lo que escuchaba de su hijo, pero tenia razón que la montaña tenía vida. Entonces la madre dijo que le ayudaría. Y la madre dijo que hablaría con la gente del pueblo que no quería que destruyera la montaña.
Por Andrea 10 años.
me ha gustado mucho el cuento que ha escrito de los animales y las fotos
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