Pomposo
mausoleo de fúnebre olvido,
patrimonio
indebido de poderes mundanos
raptores
de esperanzas de resurrección.
Eludiremos
con jubilosa voluntad
a
mórbidos vigilantes, custodios de su encierro,
negros
córvidos carroñeros del dolor.
Con
ayuda de ángeles rebeldes
derrumbaremos
su sellada entrada,
acuñada
con distintivo de patrón y cesar.
Idolatrada
piedra, monumental institución,
que
lo tiene sepultado.
Y
robaremos a Cristo de su tumba,
donde
siempre lo ha tenido recluido,
engañando
realidad con ceremonia,
fingiendo
con falsos ritos,
su
renacimiento.
Reanimaremos
su mortecina reliquia
con
soplos de coraje y esperanza,
estimulando
con insistencia su corazón.
Cuidaremos
con amor y paciencia
su
restablecimiento.
Y
cuando se haga fuerte con nosotros,
se
hará efectiva su venida,
resucitando
en su pueblo.
"Entonces
su poder hará justicia"
Por
Manuel Sampedro
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