viernes, 30 de marzo de 2012

HISTORIAS DE GRANADA: EL SEÑOR DE LOS FAVORES


Puesto que ya tenemos la Semana Santa literalmente a la vuelta de la esquina, hoy me gustaría hablaros de una tradición granadina que todos conocemos pero de la que la mayoría de nosotros ignorábamos sus orígenes. Se trata de la oración del Viernes Santo ante el Cristo de los Favores, en la Plaza del Realejo.


La voz del pueblo atribuye a este Cristo un poder milagroso excepcional, sorprendente, que se manifiesta especialmente la tarde de un viernes cualquiera del año, pero sobre todo la del Viernes Santo. Esto que dice la voz popular se debe a una leyenda ancestral, que se transmite de generación en generación. Cuenta dicha leyenda que una bellísima joven del barrio, Dolores “La Perla”, le llevaba a ese Cristo crucificado los viernes por la tarde las flores más hermosas y frescas del jardín de su casa. Un viernes, tras colocar los ramos de flores, ante el Cristo, y mientras le rezaba, fue agredida por varios desconocidos. En seguida le pidió la muchacha al Cristo que la defendiera de los malhechores que intentaban abusar sexualmente de ella. Entonces un rayo apareció en un cielo sin nubes, iluminando la plaza y deshaciendo, por lo tanto, la oscuridad propia del atardecer. Seguidamente el brazo derecho de piedra del Cristo se desclavó del mármol de la Cruz y Jesús lo extendió sobre la cabeza de Dolores, como signo de protección. Ante este milagro, los malvados cayeron al suelo debido a la parálisis que invadió sus cuerpos. Dolores escapó corriendo, dejando atrás los cuerpos inmovilizados de sus ofensores.


Pasó cierto tiempo y el jefe de la pandilla, un caballero de la aristocracia granadina, ingresó en la Orden franciscana para redimir, mientras viviera, su culpa por su mala acción. Desde que el pueblo supo este lamentable suceso, siempre lleva flores al Señor de los Favores en especial la tarde de los viernes, culminándose cada año esta devoción y fervor popular el Viernes Santo. Dicho día, a las tres de la tarde, miles de granadinos y visitantes se reúnen en torno al Señor de los Favores para asistir al acto religioso de “Las siete palabras”, en medio de un espectacular silencio, y para pedir tres gracias, siguiendo una tradición que se remonta al siglo XVIII.


Sin entrar a discutir la veracidad de estos hechos, lo que es evidente, es el fervor tan inmenso que se respira en la Plaza a las tres en punto de la tarde, cuando la multitud allí reunida pide al Cristo los tres favores, con toda devoción y respeto, y como no, con la esperanza de que alguno de ellos les sea concedido.

Por Rosa Carmen Sánchez.
aquellosmarav80.blogspot.com

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